Alejandro
Jodorowsky
Su
creación es vasta. Abarca cine, teatro, pintura, pantomima, poesía
música, malabarismo y psicomagia -en la que personificando a un mago
plantea la exploración del enigma interno de cada persona-
determinando una visión teatral como agente terapéutico.
Su
última película Danza de la realidad, de corte
autobiográfico, fue ovacionada y premiada en el Festival de Cannes
del 2013. A pesar de ser un octogenario continúa manteniendo con
firmeza el ímpetu juvenil, de modo sorprendente. Quizás esta
energía provenga de lo que siendo pequeño le señaló su maestro de
primaria al leerle las cartas, barajó tres naipes que formaron las
palabras ojo y oro, indicando su particular mirada del mundo inscrita
en su nombre Alejandr Ojo d Oro wsky.
Hijo
de un matrimonio de emigrantes judíos ucranianos, propietarios de un
almacén en el desértico Tocopilla, Alejandro comenzó desde pequeño
a manifestar condiciones artísticas, fomentado por los circos y
teatros que visitaban la zona. Tales conductas lo llevaron a
colisionar primero y a romper después con su autoritario padre
bolchevique, para quien tales expresiones correspondían a
homosexuales.
Años
después junto a su familia se trasladó a Santiago.
Con
apenas diez años debió abandonar la escuela debido a la
discriminación por ser judío. Esto significó que durante largo
período se ausentara de la educación formal tomando un rumbo
autodidacta, relacionándose por ejemplo con literatos y artistas
plásticos. En 1949 -a la sazón de veinte años- formaba parte de la
bullante bohemia capitalina.
En
esos trajines conoció a André Racz, vanguardista pintor quien lo
impulsó al mundo de los títeres, tanto en su fabricación como en
su manejo. Al tiempo, la Universidad de Chile lo contrató para
montar el primer teatro de títeres y marionetas del país, lo que
complementó formando parte del elenco en el popular Circo de Toni
Chalupa como principal payaso malabarista.
Cuando
Racz emigra a Europa le deja a Jodorowsky se céntrico taller, que en
poco tiempo habilitó como sitio de fiestas, en el que se congregaban
los más estrafalarios artistas. En aquel lugar conoció a un
brillante compatriota: el pintor y crítico de arte Enrique Lihn, que
ulteriormente será un genial poeta. Ambos resolvieron marginarse de
la poesía escrita y reivindicar la de los actos (poesía aplicada)
que fue como un exorcismo social ante numerosos espectadores
callejeros.
En
los años siguientes la dupla se sumó a las iniciativas escandalosas
del antipoeta Nicanor Parra, concretado en los vistosos collages de
letras “Quebrantahuesos” instalados en las murallas estratégicas
de la capital. Paralelamente Alejandro ingresó al Ballet Nacional de
Chile, donde entre otras cosas, una discípula de Gurdjieff le enseñó
la danza sufi.
En
1953 -siendo ya un importante exponente de la nueva vanguardia
artística chilena- Alejandro se embarcó rumbo a Francia con la
intención de ser un miembro de la compañía de mimos de Marcel
Marceau. Tras ser alumno de pantomimas de Ettiene Decroux, logró
ingresar al teatro de Marceau, transformándose al poco tiempo en su
mano derecha. A la par que recorrió muchos países con la compañía
de mimos, inició su búsqueda espiritual a través del seguimiento
de maestros y de lugares místicos. Esto lo llevó a alejarse de
Marcel, a quien en gratitud le obsequió varias obras mímicas de su
autoría, destacando por su posterior popularidad La Jaula.
Durante
su prolongado lapsus, al estar retirado de los espacios histriónicos,
desempeñó diversos oficios como mecánico o pintor de brocha gorda.
Pero frente a la petición que personalmente le formuló Marceau
-ante la falta de su actor principal- para que lo acompañara a
México, Jodorowsky abandona el ostracismo y regresa a las pistas.
Cautivado por la tierra azteca
-se radicó por más de veinticinco años- realizó innovadores
montajes teatrales. Propuso que el actor debe fundirse con el
personaje hasta llegar a extraviar su persona para ser otro y
consideraba el texto escrito en teatro como innecesario. Por tanto,
creó una nueva cosmovisión artística definida como Efímera o
Pánico.
México fue el lugar de
experimentación de esta nueva disciplina, realizada en pequeñas
performances en las cuales dio rienda suelta a sus obsesiones.
Cada acto fue más polémico que el otro (desnudos, orines en el
escenario, posturas eróticas, etc.) y por esto sufrió censuras
gubernamentales, prisión y ataques de miembros ultracatólicos
contra el inmueble donde se presentaba, llegando inclusive a serle
lanzado ácido.
En esa época efectuó diversas
conferencias en universidades, destacándose la dictada con una vaca
en la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Su mayor provocación
pública y masiva fue en el show televisivo del periodista Juan López
Moctezuma, en el que destruyó en vivo con un combo un piano de cola,
emulando la labor de un torero con la bestia.
No obstante, en ese período
profundizó sus requerimientos espirituales al recibir directamente
de Erich Fromm sus enseñanzas psicoanalistas; del budista nipón Ejo
Takata la filosofía oriental y de la curandera indígena Pachita,
sus conocimientos chamánicos.
Otra tribuna de arte
exitosamente explorada por Jodorowsky fue el cine, con más de siete
películas que mezclan el surrealismo y formas argumentales del
teatro Pánico, más algunos elementos de filosofía esotérica
-donde a varias cintas les creó la música incidental- logró
mostrar un cine experimental, de muchos conglomerados de imágenes
poéticas. Entre sus entusiastas seguidores fílmicos estuvieron Los
Beatles, quienes en 1972 financiaron la producción de la película
La Montaña Sagrada.
En 1974, vuelve a Francia y
junto a Fernando Arrabal y Rolando Topar desarrollan el Movimiento
Pánico, el más osado en la vanguardia teatral, pues genera un
indescriptible estupor social. Participó igualmente como guionista
de historietas gráficas en colaboración de los mejores dibujantes
de Europa (sus primeros cómics los había realizado en el diario El
Sol de México).
A comienzos de los noventa
publicó los fundamentos de una nueva psicología que denominó
Psicomagia, que actúa a través de acciones de shock capaces de
remecer la intimidad del paciente, de tal forma que llegue a superar
sus traumas. Es dinámica y puede generar estados diferentes en cada
persona “un rol salvador de catarsis personal” según explica
Jodorowsky. Utiliza como elementos de intervención al Tarot y la
genealogía por medio de la ceremonia del mago, figura representada
por él.
Hoy en día su consagración es
de tal magnitud que no extraña que un asteroide -furtivo visitante
cósmico- lleve su nombre desde el año 2005.
Oscar Ortiz Vasquez
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