Estimado
Clotario: Te quiero informar de lo acaecido en el orbe, desde aquel
31 de mayo de 1990 en que decidiste emprender el viaje hacia la otra
estación de conciencia - planteamiento de Gurdjieff, al cual
siempre estudiábamos juntos-. Nuestras viejas pláticas diarias de
arte, literatura y de cuanto hay que realizábamos bebiendo el café
que preparábamos y que hoy casi no tengo con quien. Solo se habla de
negociados y de cuotas de poder económicas o políticas. No está en
la agenda un proyecto colectivo de transformación social, como el
que tú propiciaste desde el Sindicalismo.
Basta
observar las estadísticas para apreciar que la afiliación sindical
no aumenta del 12 por ciento. Las dos Centrales Sindicales
existentes, lamentablemente no encantan con utopías, como otrora. El
pragmatismo, la vida burguesa y la vanidad personal de sus
mandamases, han sido los escollos para articular un sindicalismo
combativo. Basta sentir que la situación de nosotros, los
asalariados, es cada día peor.
La
antigua y pequeña industria, que daba fisonomía a nuestra patria,
hoy día no existe. Somos un gran emporio de las transnacionales,
donde el productor ha sido reemplazado por el consumidor. La tierra
agrícola, sustento alimentario, fue sustituido por inmobiliarias que
solo se interesan en construir de manera voraz. El mejor ejemplo es
tu calle: Ricardo Santa Cruz, antiguo barrio de San Isidro, que fue
demolido para alzar infinidad de edificaciones de torres de formas
burdas. En la salud, el sistema privado solo sirve para los sanos,
sobrando los enfermos, los discapacitados y por supuesto, los viejos.
Lo educacional, solo proporciona educastración y clasismo -producto
del lucro-.
Puntal
de esta dinámica del Chile del siglo XXI, es el capitalismo
financiero, que sutilmente controla a sus nuevos esclavos con la
tarjeta de crédito, a través de sus templos de adoración: Los
cajeros automáticos (fíjate Clotario que Europa, - continente de
donde proviene tu familia Blest- principalmente el sur, está al
borde del hambre, por culpa de la Banca usurera y explotadora
internacional). Lo grave, en lo concerniente a Chile, es que tal
modelo fue profundizado durante los gobiernos de la Concertación.
Que
razón tenías cuando exhortaste, en pleno campaña por el No, a la
abstención. Siempre me argumentaste que inscribirse era reconocer la
legitimidad de la tiranía, en todo sus campos, con el agravante que
eso acarrearía corrupción. Tu visión fue profética.
Muchos
antiguos camaradas -que te motejaban de pacifista católico - que
hacian de la lucha armada la razón de su vida, a contar del año de
tu fallecimiento, se hicieron conversos. ¡El olor al dinero resultó
más fragante que el de la pólvora! Se empezó a hacer normal en los
directorios de las empresas, universidades, bancos así como en las
páginas sociales, la armónica convivencia entre Concertacionistas y
Aliancistas. Estrechándose aún más, cuando algunos ilustres
combatientes, se ligaron sanguineamente con miembros del empresariado
neoliberal, como Max Marambio, casado con la hija de Cueto, dueño
de LAN Chile, o José Viera Gallo, casado con Teresa Chadwick, hija
del concesionario de las autopistas de Chile y prima del actual
Ministro del Interior, formando así la nueva élite de comienzos de
siglo.
Otros
en cambio, incursionaron desde sus antiguas posiciones de
“Comandantes del Pueblo”, a “Analistas de Inteligencia”, al
crearse un nuevo órgano de preservación del régimen: La Oficina,
administrado por antiguos exiliados, como Marcelo Schilling u Oscar
Carpentier. Otro signo de la descomposición que padecemos está en
la manera en que se escribe la historia. Amparados por los poderes
fácticos, millares de fabuladores dan testimonios de su lucha
antidictatorial, ya sea con el fín de autoestima o de beneficios
económicos, como ha quedado a descubierto en los falsos exonerados.
Sepultando la genuina y valiente lucha emprendida en plena dictadura
por parte de organizaciones de Derechos Humanos.
Cómo
olvidar que en tu antiquísima casa, nos reuníamos todos los martes
por las tardes, como Comité de Defensa de los Derechos Humanos
(CODEH) con los familiares de los perseguidos. Me acuerdo que éramos,
según tus palabras- “Un puñado de personas libres y dignas.” Te
llamaba la atención que fueran mujeres las que peleaban por sus
hijos, maridos, etc. “ ¿Dónde están los hombres..? ” me
manifestaste cuando una fría noche de julio de 1975, se formó la
Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, en la sala de
reunión de tu morada.
Y
a pesar de tu gran labor de sensibilizar a la opinión pública
nacional e internacional en demandar el esclarecimiento y castigo a
los responsables de las desapariciones, torturas, hostigamientos,
etc. entre opositores por medio del terrorismo de Estado, te comento
que no es tema. Jamás las FFAA han reconocido su culpa en el diseño
de esta maquinaría de la muerte. Y cuando su jefe máximo estaba ad
portas de ser condenado por crímenes de lesa humanidad en Gran
Bretaña, militantes socialistas con rango ministerial (Insulza y
Valdés) del gobierno de Frei Ruiz Tagle, lo salvaron.
Hoy
han proliferado los que dicen seguir tus enseñanzas, principalmente
en el mundo sindical, porque tú eres una marca registrada que da
credibilidad a los nuevos trabajadores. Igual tu legado está en la
boca de lo disconformes que gritan por Libertad y Justicia desde las
más variadas trincheras. Pero no concretan estos postulados, pues
carecen de algo que siempre nos machacabas: la importancia de la
reflexión y de la ética en el hombre.
Fraternalmente,
Oscar Ortiz, historiador y secretario de Clotario Blest desde 1970
hasta su muerte.