miércoles, octubre 6

Aborto en Chile: crimen y castigo

Por Victoria Lozano

En el marco del día por la despenalización del aborto en América Latina (28 de septiembre) diversas organizaciones de mujeres se tomaron las calles céntricas de Santiago para exponer su punto de vista.
Contrarias a la legislación vigente y al discurso dominante, indican que “El aborto es una realidad que tiene que asumirse en el área de salud pública de nuestro país, a la vez que debe reconocerse como un derecho de las mujeres”.
Más allá del bien y el mal

En el mundo sólo cinco países prohíben cualquier acepción del aborto inducido: El Salvador, Nicaragua, Malta, Estado de la ciudad del Vaticano y Chile.

El aborto en nuestro país es tipificado como un crimen “Contra el orden de las familias y contra la moralidad pública” en el art. 341del Código Penal, que señala también el castigo al que serán expuestas las mujeres que lo han consentido, teniendo éstas una rebaja en la pena si lo han hecho por “ocultar su deshonra”.

No existen cifras precisas sobre la cantidad de abortos que se realizan en nuestro país porque estos se ejecutan en la clandestinidad, sin embargo, Claudia Dides, socióloga, magister en género y cultura e investigadora de FLACSO, señala en el Acta Bioethica del 2006, que “estudios de la última década indican que Chile tiene una de las tasas más altas de América Latina, estimándose que se practican más de 159 mil abortos al año.

Según el estudio “Chile, panorama de sexualidad y DDHH”, del Instituto de Medicina Social y el Centro Latinoamericano de Sexualidad y Derechos humanos “En el año 2000 las complicaciones derivadas del aborto clandestino causaron la cuarta parte de las muertes maternas, ubicándolo como primera causa de muerte materna en Chile”.

Los egresos hospitalarios de mujeres que debieron acudir a un centro de salud por problemas derivados de un aborto suman entre los años 2001 a 2005 más de 160 mil, según el informe del Ministerio de Salud del 2007.

Salud pública y justicia social

Frente a esta realidad, Rosa Ferrada, directora del MEMCH (Movimiento pro Emancipador de la Mujer Chilena) dice que la salud estatal no puede seguir negando y criminalizando estas prácticas que ponen en riesgo la salud de las mujeres que se ven obligadas a acudir a abortos ilegales, sin garantías a su integridad física, sólo porque la mentalidad patriarcal y la cultura de la iglesia se opongan, “la sexualidad de las mujeres no puede estar condicionada a los embarazos”.

“En el mundo privado de la salud los abortos se hacen a diario y cuestan caros. Hablamos de justicia social porque no todas las mujeres pueden pagarlos, son las mujeres con menos recursos las que están totalmente desprotegidas”. Rosa agrega que antes las mujeres se hacían “remedio” porque no podían tener hijos cada vez que se embarazaban y no era mal visto porque es parte de la sabiduría femenina “Hoy el derecho a decidir si se hacen o no un aborto es un derecho de las que pueden pagarlo, el aborto hoy día en Chile es un derecho de clase”.

Adriana Gómez, miembro de la Articulación Feminista, explica que no se trata de fomentar el aborto, sino de que las mujeres que deciden libremente no tener hijos puedan hacerlo de manera segura. “La legislación punitiva es un rotundo fracaso, porque no hace que los abortos disminuyan, sino que obliga a buscar una solución en el mercado negro, exponiendo la salud y vida de mujeres mayoritariamente de escasos recursos y de zonas rurales”.

El derecho de las mujeres sobre su sexualidad y reproducción es quizás lo que más cuesta comprender, porque a este argumento se enfrenta el derecho a la vida del que está por nacer. Adriana explica que la discusión sobre cuando surge la vida es eterna, filosófica, ontológica incluso y que no es la iglesia la que debe imponer sus creencias, no para las políticas públicas de un Estado que se define laico.

Aborto terapéutico
El derecho a abortar cuando corre peligro la vida de la madre o el feto presenta serios daños o malformaciones, existió en Chile desde 1931 hasta 1989, cuando la dictadura en directo acuerdo con jerarcas de la iglesia, lo eliminaron del Código Sanitario.

Karen Espíndola, protagonista de uno de los casos emblemáticos en esta materia, se encuentra hoy preparando una demanda contra el Estado de Chile. “Mi historia no es única, sé que hay muchas mujeres que han pasado por esto, pero el dolor es tan grande que muchas callan”, dice antes de contarnos su historia.

“Cuando supe que estaba embarazada, feliz comencé a hacerme todos los exámenes de rigor hasta que a las doce semanas se detectó por ecografías que mi hijo tenía una grave malformación cerebral llamada holoprosencefalia, que en los casos más graves causa la muerte intrauterina del feto. Si no moría, mi hijo sí o sí nacería con importantes malformaciones, buscando información encontré niños con dos cabezas y casos realmente traumáticos, por lo que decidí, por mí y por la calidad de vida del niño, que abortaría. Fue entonces que descubrí que Chile es de los pocos lugares en el mundo donde el aborto para estos casos está prohibido.

Comencé en ese momento una lucha por mi derecho a abortar, ahí me contactaron diversas agrupaciones de mujeres que entendían mi caso y enviamos cartas a medios de comunicación y a las autoridades, pero nadie, ni siquiera la entonces presidenta y doctora Michelle Bachelet, respondieron a mis demandas. Mi embarazo fue un calvario, recuerdo que me llamaron de un parque ofreciendo una tumba para mi hijo.

Hoy, mi hijo está vivo, pero sufre mucho. Su vida es totalmente limitada, tiene enfermedades crónicas, se alimenta por un tubo gástrico, tiene tetraplejia, epilepsia, problemas hormonales, laringomalacia y reflujo. El Estado me obligó a tener a mi hijo, avalados en el derecho a la vida, pero yo pregunto ¿qué entienden por vida? Yo creo que deben tener una vida digna y Chile es un país que no se hace cargo de estos niños.

Las enfermedades que tiene mi hijo no están cubiertas por el auge, las isapres no lo aceptan y no puede optar a una pensión por discapacidad porque yo gano más del sueldo mínimo. Entonces, pienso que el Estado protege la vida del que está por nacer, pero una vez nacido, Chile no cuenta con las condiciones para darles dignidad. Tengo licencia para mi trabajo desde mi embarazo, sin embargo el Compin me ha rechazado algunas, ahora por ejemplo hace tres meses que no recibo sueldo.

Este es un país hipócrita, los abortos se hacen a quienes pueden pagarlos, yo amo a mi hijo, pero si me preguntan hoy día si hubiese abortado, mi respuesta es sí, porque es un martirio vivir el sufrimiento de un hijo, pasar por la pésima calidad de salud que entrega el sistema público y cada vez que necesita algo tener que pelear para conseguirlo, desde febrero que no me dan hora para una operación que le urge.

Debe legislarse para que las mujeres que creemos justificada la interrupción del embarazo basado en argumentos sinceramente humanitarios en relación con el sufrimiento de estos niños y, considerando la injustificada carga emocional para las madres, tengamos un trato digno. La ropa usada que me regaló la organización pro vida Chile Unido, sinceramente no sirve”.

El aborto como derecho

El día por la despenalización del aborto en América Latina, Amnistía Internacional publicó un documento en el que se une a esta campaña y llama a todos los gobiernos del continente a mostrar con acciones concretas su voluntad política hacia el respeto y protección de los derechos humanos de todas las mujeres y niñas de la región, y despenalizar el aborto con urgencia, aludiendo a que “Es claro que cuando se restringe el acceso de las mujeres a la información y a los servicios de un aborto legal y seguro, sus derechos humanos están en grave peligro. La única otra posibilidad es buscar un aborto clandestino e inseguro, lo que arriesga su vida y salud, y por el cual pueden terminar en prisión. Además, si una mujer o niña es violada por un familiar, la penalización significa que el Estado las obliga a dar luz a su propio hermano o primo”.


domingo, octubre 3

Sector pesquero agudiza movilizaciones en la región del Biobío

“Chile tiene una deuda con los pescadores artesanales”

Graves irregularidades en el Servicio Nacional de Pesca y violaciones de los derechos de los trabajadores denuncia el sindicato de pescadores y tripulantes SIPTRICER de Coronel, quienes acaban de fundar la Federación Nacional de Sindicatos de Pescadores Artesanales de Chile, en lucha por “trabajo, justicia y libertad”.
Por Victoria, Diario Uno


En la Caleta Lo Rojas, sector histórico de pesca artesanal de Coronel, nos recibe Hernán Cortés, presidente del sindicato que agrupa a 210 trabajadores de la zona y que este año ha protagonizado la toma del Ministerio de Economía y fuertes protestas en calles y cortes de carretera.

“Las razones son varias porque el mundo de la pesca es complejo o lo han complejizado en desmedro de los trabajadores tradicionales, se trata de un área importantísima para el país, que debiera ser valorada y regularizada competentemente, pero en cambio aquí tenemos discriminación, inequidad, autoridades nefastas apernadas por la Concertación, cesantía, pobreza, burocracia, desigualdad y explotación a los tripulantes”.

MODIFICACIÓN A LA LEY GENERAL DE PESCA

A un nivel macro, el problema para los pescadores con la legislación vigente es lo relacionado a las cuotas y cupos disponibles. Los cupos son el derecho a pescar que se obtiene una vez aprobado el permiso legal, que hoy tiene un valor que supera los cien millones de pesos. “Esto ha generado un desencuentro entre los trabajadores además de situaciones que perjudican a los pescadores históricos”. José Valenzuela, dice que es pescador desde siempre, al menos recuerda que el año 52 ya trabajaba en la mar, “Con esto de que había que regularizarse, para poder tener mi autorización tuve que comprar una nueva lancha que se adecuara a las exigencias, lancha por la que todavía estoy encalillado ya que no me dejan trabajar hace tres años. Son tres años sin poder llevar el sustento a mi hogar aun cuando después de muchas vueltas me autorizaron, los papeles están parados por la burocracia y mala gestión de Sernapesca en la región.

Estoy endeudado y cesante por la ineficiencia de las autoridades, porque nos ven con poca educación y se aprovechan, ya que los cupos no pueden aumentarse, son los que son, por lo tanto en la medida que le quitan permisos a unos, pueden entrar nuevas lanchas a pescar, despojando a los antiguos de la zona, vulnerando nuestros derechos y acrecentando la cesantía”.
Por otro lado, las cuotas se refieren a la cantidad de toneladas que pueden extraer las embarcaciones. Cuotas que no son iguales para todos (miles de toneladas de diferencia) y cuya designación inequitativa genera importantes brechas entre los armadores (dueños de una nave) y sus tripulaciones.

PROPUESTAS DE BASE
Frente a esto Cortés menciona que tienen exigencias claras además de innovadoras propuestas. “Ante el tema de los cupos, deben respetarse los cupos históricos, de quienes trabajan mucho antes de que se empezara a legislar así como indemnizar el daño al patrimonio de quienes no han podido trabajar producto de la mala gestión. Hemos presentado veinte casos a Contraloría porque Sernapesca realmente ha obrado en perjuicio nuestro violando la legalidad establecida, caducando permisos sin seguir los conductos obligatorios lo que a nuestro juicio hace nulas esas decisiones.

Para la equitatividad que debe haber en las cuotas proponemos pisos de toneladas iguales según los tamaños de embarcación (1.600 para las medianas y 2.500 para las grandes).

Entendemos que deben existir las cuotas para que no se depreden las especies, pero sabemos que si tuviéramos la posibilidad de tener una planta autónoma de los trabajadores, donde podamos procesar nosotros lo pescado en vez de tener que vender la materia prima a los industriales, aquí se generaría empleo, se ganaría por el valor agregado, existiría mayor independencia y no sería necesario pescar los inmensos volúmenes que se llevan, por ejemplo, las plantas de harina de pescado.

Por último, exigimos la salida de Félix Inostroza, actual director nacional de Sernapesca por haber evadido nuestras demandas y porque en su actuar hay claros indicios de corrupción, además de un nulo interés por mejorar nuestras condiciones de trabajo y favorecer al sector artesanal”.

ESCLAVITUD EN EL 2010
Otra de las situaciones que como sindicato denuncian, tiene que ver con una costumbre arraigada en el mundo de las caletas que viola brutalmente los derechos de los trabajadores. “Aquí no todo el que sabe trabajar tiene trabajo. Trabajar es un privilegio que los dueños de las embarcaciones dan, una vez que quien quiere ser tripulante en la época de pesca, ha prestado servicios por cuatro meses sin obtener ninguna remuneración”. ¿Eso no es esclavitud? pregunta molesto el dirigente.

“A Chile le falta reconocer a los tripulantes de las embarcaciones que son los más pobres del sector. A los dueños de las embarcaciones se les dio bonos y ayudas por el terremoto, pero a los trabajadores nada y son ellos los que estuvieron meses sin poder sustentar a sus familias, los que no tienen seguros comprometidos ni bancos que les presten dinero. Aquí está mal pelado el chancho y nosotros como sindicato y ahora como federación vamos a ser protagonistas de los cambios que urgen. Chile tiene una deuda con los pescadores artesanales que debe saldar”.