viernes, agosto 15

Aclamado o despreciado pero jamas ignorado

Alejandro Jodorowsky

Su creación es vasta. Abarca cine, teatro, pintura, pantomima, poesía música, malabarismo y psicomagia -en la que personificando a un mago plantea la exploración del enigma interno de cada persona- determinando una visión teatral como agente terapéutico.

Su última película Danza de la realidad, de corte autobiográfico, fue ovacionada y premiada en el Festival de Cannes del 2013. A pesar de ser un octogenario continúa manteniendo con firmeza el ímpetu juvenil, de modo sorprendente. Quizás esta energía provenga de lo que siendo pequeño le señaló su maestro de primaria al leerle las cartas, barajó tres naipes que formaron las palabras ojo y oro, indicando su particular mirada del mundo inscrita en su nombre Alejandr Ojo d Oro wsky.

Hijo de un matrimonio de emigrantes judíos ucranianos, propietarios de un almacén en el desértico Tocopilla, Alejandro comenzó desde pequeño a manifestar condiciones artísticas, fomentado por los circos y teatros que visitaban la zona. Tales conductas lo llevaron a colisionar primero y a romper después con su autoritario padre bolchevique, para quien tales expresiones correspondían a homosexuales.

Años después junto a su familia se trasladó a Santiago.

Con apenas diez años debió abandonar la escuela debido a la discriminación por ser judío. Esto significó que durante largo período se ausentara de la educación formal tomando un rumbo autodidacta, relacionándose por ejemplo con literatos y artistas plásticos. En 1949 -a la sazón de veinte años- formaba parte de la bullante bohemia capitalina.

En esos trajines conoció a André Racz, vanguardista pintor quien lo impulsó al mundo de los títeres, tanto en su fabricación como en su manejo. Al tiempo, la Universidad de Chile lo contrató para montar el primer teatro de títeres y marionetas del país, lo que complementó formando parte del elenco en el popular Circo de Toni Chalupa como principal payaso malabarista.

Cuando Racz emigra a Europa le deja a Jodorowsky se céntrico taller, que en poco tiempo habilitó como sitio de fiestas, en el que se congregaban los más estrafalarios artistas. En aquel lugar conoció a un brillante compatriota: el pintor y crítico de arte Enrique Lihn, que ulteriormente será un genial poeta. Ambos resolvieron marginarse de la poesía escrita y reivindicar la de los actos (poesía aplicada) que fue como un exorcismo social ante numerosos espectadores callejeros.

En los años siguientes la dupla se sumó a las iniciativas escandalosas del antipoeta Nicanor Parra, concretado en los vistosos collages de letras “Quebrantahuesos” instalados en las murallas estratégicas de la capital. Paralelamente Alejandro ingresó al Ballet Nacional de Chile, donde entre otras cosas, una discípula de Gurdjieff le enseñó la danza sufi.

En 1953 -siendo ya un importante exponente de la nueva vanguardia artística chilena- Alejandro se embarcó rumbo a Francia con la intención de ser un miembro de la compañía de mimos de Marcel Marceau. Tras ser alumno de pantomimas de Ettiene Decroux, logró ingresar al teatro de Marceau, transformándose al poco tiempo en su mano derecha. A la par que recorrió muchos países con la compañía de mimos, inició su búsqueda espiritual a través del seguimiento de maestros y de lugares místicos. Esto lo llevó a alejarse de Marcel, a quien en gratitud le obsequió varias obras mímicas de su autoría, destacando por su posterior popularidad La Jaula.

Durante su prolongado lapsus, al estar retirado de los espacios histriónicos, desempeñó diversos oficios como mecánico o pintor de brocha gorda. Pero frente a la petición que personalmente le formuló Marceau -ante la falta de su actor principal- para que lo acompañara a México, Jodorowsky abandona el ostracismo y regresa a las pistas.

Cautivado por la tierra azteca -se radicó por más de veinticinco años- realizó innovadores montajes teatrales. Propuso que el actor debe fundirse con el personaje hasta llegar a extraviar su persona para ser otro y consideraba el texto escrito en teatro como innecesario. Por tanto, creó una nueva cosmovisión artística definida como Efímera o Pánico.

México fue el lugar de experimentación de esta nueva disciplina, realizada en pequeñas performances en las cuales dio rienda suelta a sus obsesiones. Cada acto fue más polémico que el otro (desnudos, orines en el escenario, posturas eróticas, etc.) y por esto sufrió censuras gubernamentales, prisión y ataques de miembros ultracatólicos contra el inmueble donde se presentaba, llegando inclusive a serle lanzado ácido.

En esa época efectuó diversas conferencias en universidades, destacándose la dictada con una vaca en la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Su mayor provocación pública y masiva fue en el show televisivo del periodista Juan López Moctezuma, en el que destruyó en vivo con un combo un piano de cola, emulando la labor de un torero con la bestia.

No obstante, en ese período profundizó sus requerimientos espirituales al recibir directamente de Erich Fromm sus enseñanzas psicoanalistas; del budista nipón Ejo Takata la filosofía oriental y de la curandera indígena Pachita, sus conocimientos chamánicos.

Otra tribuna de arte exitosamente explorada por Jodorowsky fue el cine, con más de siete películas que mezclan el surrealismo y formas argumentales del teatro Pánico, más algunos elementos de filosofía esotérica -donde a varias cintas les creó la música incidental- logró mostrar un cine experimental, de muchos conglomerados de imágenes poéticas. Entre sus entusiastas seguidores fílmicos estuvieron Los Beatles, quienes en 1972 financiaron la producción de la película La Montaña Sagrada.

En 1974, vuelve a Francia y junto a Fernando Arrabal y Rolando Topar desarrollan el Movimiento Pánico, el más osado en la vanguardia teatral, pues genera un indescriptible estupor social. Participó igualmente como guionista de historietas gráficas en colaboración de los mejores dibujantes de Europa (sus primeros cómics los había realizado en el diario El Sol de México).

A comienzos de los noventa publicó los fundamentos de una nueva psicología que denominó Psicomagia, que actúa a través de acciones de shock capaces de remecer la intimidad del paciente, de tal forma que llegue a superar sus traumas. Es dinámica y puede generar estados diferentes en cada persona “un rol salvador de catarsis personal” según explica Jodorowsky. Utiliza como elementos de intervención al Tarot y la genealogía por medio de la ceremonia del mago, figura representada por él.

Hoy en día su consagración es de tal magnitud que no extraña que un asteroide -furtivo visitante cósmico- lleve su nombre desde el año 2005.


Oscar Ortiz Vasquez

miércoles, agosto 13

Gabriela Mistral



  A sesenta y cinco años de su estadía en Xalapa

La relación que mi compatriota, la chilena Gabriela Mistral, -ganadora del Nobel de Literatura en 1945- tenía con su país, era conflictiva. No por casualidad más de la mitad de su vida la pasó en otra geografía. En su tierra natal no sólo sufrió rechazo por destacarse como Directora de escuelas primarias – sin poseer un título académico- sino que también por abogar por los excluídos, siendo ella, mujer. Por esto, no titubeó en cooperar desde la pedagogía con la Revolución mexicana, cuando el novel Ministro de Educación, José Vasconcelos, instaurador de un nuevo sistema educacional, la contrató por dos años, entre el 1922 al 1924.

Gabriela Mistral absorvió en México los variados pensamientos que subyacían en ese período, nutriendo su peculiar doctrina político social que la acompañará por siempre: Derechos Humanos: específicamente los problemas de las minorías sociales y raciales. Cristianismo Social: plasmado en la búsqueda de la justicia económica y libertad política. Antitotalitarismo. Antifascismo ,Anticomunismo , Antimilitarismo y la oposición a toda tiranía. Pacifismo: apoyo a las tácticas de no violencia activa de Mahatma Gandhi, ataque a las guerras imperialistas y a la proliferación nuclear. Latinoamericanismo: Promoción de la Reforma Agraria y la Emancipación de los pueblos del yugo norteamericano. Ilustrativo fue su apoyo incondicional y su difusión a nivel mundial de la lucha de Cesar Augusto Sandino en Nicaragua, contra las tropas de ocupación estadounidenses. Lo bautizó como “General del pequeño ejército de hombres libres.”

La importancia de su estadía en México en la década del veinte y de los principios que aquí gestó, la hicieron aceptar el regreso, en compañía de su secretaria Doris Dana, esta vez a tierras veracruzanas. Invitada por el Presidente de la República, Miguel de Alemán, en diciembre de 1948, fue recibida por el Gobernador del Estado de Veracruz, Adolfo Ruíz Cortinez. Ante el interés que despertó su arribo en la ciudadanía, Mistral realizó un cúmulo de actividades en la zona, como la inauguración de bibliotecas, escuelas públicas – algunas de las cuales llevaron su nombre- e infinidad de conferencias que se transmitieron por estaciones de radio.

Paralelamente, al interiorizarse Gabriela de la persecución política que el Presidente chileno, rabiosamente anticomunista y de corte autoritario, Gabriel González Videla, emprendió entre otros, en contra de Pablo Neruda, ella apuntó en su Diario íntimo, Bendito mi lengua sea, recuperado entre sus archivos y publicado el 2009, “Yo quisiera evitar el viaje a México, mientras dura la tensión que hay en Santiago. Conozco muy poco a Neruda en lo personal, mucho en su obra, que admiro profundamente. Es seguro que aún se encuentra en Chile. Es lamentable tales vicisitudes en un gran poeta como él, y es mi deseo más vivo que todo se solucione satisfactoriamente”.

Por su parte, Gabriela Mistral también estaba en una posición incomoda con el Poder Ejecutivo, a pesar de que se le designó como Consuleta ante Veracruz, su nombramiento oficial no llegaba. Ella ignoraba que tal gesto constituía una resolución internacional, pues la adversión se debía a cuando Gabriela, recién galardonada con el Nobel, fue recibida en audiencia por el Presidente de Estados Unidos, Henry Truman. En la ocasión, intempestivamente la poetisa señaló “Señor Presidente, ¿no le parece una vergûenza que siga gobernando en República Dominicana un dictador tan cruel y sanguinario como Trujillo? Yo quisiera pedirle algo, un país tan rico como el que usted dirige debería ayudar a mis niños e indígenas de América Latina, que son pobres, que tienen hambre y no tienen escuelas”.

Convencidos por la administración norteamericana, de la inminente Tercera Guerra Mundial contra la Unión Soviética, el gobierno chileno se alineó con Estados Unidos e impuso una política de caza de brujas contra los hipotéticos enemigos. Si bien en un primer momento estuvo dirigido contra militantes del Partido Comunista, en los meses siguientes, se hizo extensivo a otros sectores, que eran sospechosos a la visión imperialista, dentro de las cuales se encontraba la díscola y provocadora Gabriela.

Frente al silencio de Santiago de Chile a su designación oficial en el Consulado, expresó en su Diario “Vivo como nunca viví: sin saber donde estoy mañana, me han abandonado. Hoy recibo cartas de un patricio nuestro, senador y jurista que me dice que está pidiendo mi traslado a Italia. Parece que se están burlando”. Esta incertidumbre, sumada a la alta temperatura del puerto le generó un grave problema de salud, que derivó en que por recomendación médica se fuera a vivir a la Capital del Estado, Xalapa, donde se le declaró huesped de la Hacienda El Lencero, a fines de abril de 1949.

Por entonces la ciudad de Xalapa, tenía aproximadamente 60 mil habitantes, la circundaban cinco ríos y los recorridos citadinos eran mayoritariamente caminando, pues la locomoción colectiva y los automóviles eran escasos. La inauguración de la Avenida Ávila Camacho y el drenaje de la calle Úrsulo Galván que ostentaba para la época un poderoso alumbrado público recibieron a la Mistral en plena modernización y transformación de la urbe. Dos poderosos medios de comunicación, el Diario de Xalapa y la estación de radio XEKL, mantenían diariamente conectados a los xalapeños con el resto de México y el mundo.Ya restablecida en la nueva ciudad, Gabriela se hizo asidua visitante del Mercado Jauregui y constante asistente del cine El Lerdo. Participó concediendo un sinnumero de ponencias, generalmente en el Colegio Preparatorio, hoy conocido como la Prepa Juarez. Entabló también una fluída relación con la Universidad Veracruzana, a la cual cooperó con varios artículos en la revista Uni-Ver. Paralelamente recibió en su lugar de residencia las visitas de destacados intelectuales, artistas y políticos, entre ellos el expresidente Lázaro Cárdenas.

Sin duda, la mayor atención de la Mistral fue concedida a los integrantes de la revista de cultura de Ciudad de México, ABSIDE, editada por los hermanos Mendéz Plancarte (de orientación católica, lo que marginó la publicación, por los críticos de los círculos literarios). Gabriela ejerció fuerte influencia entre las poetisas, Emma Gomez, Margarita Michelena y Rosario Castellanos, miembros activos de la revista.

En agosto del año ´49, llegó a México -tras escapar de su persecución política- Pablo Neruda para participar en el Congreso Internacional de Partidarios de la Paz. Nunca sabremos porqué no se reunieron, no obstante que ella, meses antes en conjunto con un grupo de intelectuales chilenos, representaron ante los poderes públicos de Chile la conveniencia de aprobar el libre retorno a la patria del escritor, “maestro renovador de la poesía hispanoamericana” que se encontraba en el exilio.

Al arreciar los ataques en Chile contra su persona y su obra, entre ciertos grupos académicos, Mistral interiorizó su ánimo apuntando en su cuaderno “Cosas muy malas han dicho de mí en aquel país que Dios me dió por patria. A ciertos compatriotas solo les falta atribuirme un asesinato. También eso anda en biografías escritas allá adentro, en las cuales se dice que Romelio Ureta se mató por mí, aunque sabe la justicia que se mató por un desfalco hecho en vísperas de su casamiento forzado con una señora que le pedía lujos. También las lenguas infames han dicho allá que Yun, mi sobrino, se mató por causa mia, dándomelo incluso como obsesionado por amor de mí. No desea volver a lugares del mundo donde se hace con los propios asuntos una novela policial. Yo no soy ningún dechado, tampoco una cosa extraordinaria. Yo soy una mujer como cualquiera otra chilena. Mejor me pongo a regar estas plantas que pongo en mi tierra, en el jardin del Lencero”.

Ya repuesta de salud, Mistral resolvió regresar a Veracruz para retomar su cargo consular honorífico. Refirirá así su alejamiento de Xalapa “En esta casa de horizonte desatado, con la hierba alta y dulce, en contorno con los corredores callados por la gracia del ladrillo culto, con el agua próxima, pero dormida, con el arcangel celador de su higuera hindú al costado y con cada aposento diverso pero igualmente aceptador, con el fuego rojo y morado de las bugambilias, con la iglesia greco-romano y con unos ponientes abrazados. En esta casa de época noble que guarda su nobleza, mansión celada por la mano vigilante de una patrona santa y el trato fuerte de un patriarca y por cuidado de cada uno de sus servidores. Bajo estas tejas sin trizadura y estas puertas con cerrojos nocturnos y tan aceptadores de día para cada huesped que llamó – y fueron muchos- durante medio año. Aquí viví yo en paz y dulzura, siendo todo lo feliz que pude ser y deseé en cada uno de los ciento ochenta días la dicha de sus castellanos y la de México conjuntamente. Una larga vida para ellos y toda buenaventuranza para esta patria dos veces buscada y hallada dos veces.Y me voy volviendo la cara a cada paso para retenerla un poco más y mejor bendecirla”.

Durante un año aguardó inútilmente -a pesar de la promesa del Ministro de Relaciones Exteriores chileno- el decreto correspondiente a su nombramiento oficial. Su interés en el cargo era poder completar años como funcionaria pública para así obtener una justa jubilación.

Finalmente, optó por volver a la docencia esta vez en Estados Unidos, abandonando México en diciembre de 1950. Solo en el ´53 y cambiado el Gobierno en Chile, fue designada Cónsul en Nueva York.

En lo que concierne a su patria, recién en 1954, Gabriela recibió su homenaje -tardío- por su Premio Nobel.

No sorprendió a quienes conocían a la poetisa, que durante su velatorio en Nueva 



York, estuviera junto a su ataúd los emblemas patrios de Chile y de México, sus 


 
tierras de origen y de elección.


Oscar Ortiz Vasquez, historiador chileno.
Bosquejo de su próximo libro sobre Gabriela Mistral en México.

domingo, agosto 10

ANTILLANCA

Antillanca significa en mi pueblo, perla del sol. 

Así me llamó mi abuela el día que mi madre dio a luz en medio de araucarias, junto a un pozón de aguas calientes, cuyo vapor termal me salvó de no morir de frio aquella tarde otoñal. Mi abuela Millaray asistió a mamá en el parto que según los cálculos estaba pronosticado para 20 salidas más del sol.
 
Alejadas de casa e internadas en la profundidad del bosque las dos mujeres avanzaron extasiadas por la senda que el olor de los pinos y la tierra virgen les dictó como natural destino. Cuenta mi abuela que mamá quiso lavar sus pies cansados en la orilla de la poza calurosa y que el relajo fue tal que se recostó y  apoyó la cabeza en la arenilla húmeda que bordeaba las piedras. Sin premonición cerró los ojos, abrió las piernas y comenzó a pujar. Millaray alcanzó a estirar los brazos y sujetarme la cabeza que ahí mismo bendijo lanzando salpicones de agua tibia, mezcla del agua densa y purificada de mi madre Relmu y la sangre de la tierra misma, que brotada entre las piedras.
 
Relmu, que en mapudungun significa arcoíris, me besó en la frente mientras lanzó un gemido de dolor tan intenso, que la hundió en el barro que toda la sangre derramada había formado en el suelo y con sus enormes ojos negros abiertos, entregó su cuerpo a la pacha mama. Sus relieves de hembra aguerrida formaron un firme montículo rocoso multicolor.
 
Mi abuela me tapó con su manta negra, esparció hojas de eucaliptus en los rastros de Arcoíris y me cobijó en su canasta acostándome sobre yerbas recogidas, cuyo olor se quedó a vivir en mi cuerpo  y según decían tenía un efecto pacificador en la gente.
 
La sonrisa de mi abuela demostraba orgullo por mi llegada, su mirada en cambio dejaba ver la espina que la muerte de su única hija le dejó para siempre, clavada en el espíritu.
Mis abuelos me criaron hasta el día de sus muertes. Millaray como flor de oro cubrió con sus raíces el recuerdo del abuelo Curihuentro que se esparció como un círculo negro al centro de la última fogata que alcanzamos a encender juntos.
 
Yo tenía 7 años, cinco ovejas, un perro y gallinas con pollos a los que les perdía la cuenta. Recuerdo que los días siguientes a la partida de mi abuela, me sentaba con los pies en el río a comer las frutas cocidas que quedaban en la olla grande.
 
No duró mucho, porque la vecina enterada ya de la tragedia, decidió dar aviso en la municipalidad del pueblo más cercano de la terrible situación de la niña huérfana. Recibí muchos apretones cariñosos en las mejillas, hasta que una tarde en que el frío me estremecía los huesos llegaron en una camioneta a buscarme unos señores que se hacían llamar tíos. Estuve en varios lugares, pasé por doctores, papeles y muchas preguntas hasta que una noche me encontré durmiendo en mi nueva habitación, en casa de la familia Sarmiento.
 
Aprendí mucho con ellos, llegué a dominar tan bien su idioma, que olvidé el mío casi por completo. Aquí llevo viviendo cinco años, sé levantarme al amanecer, prepararles pan para su desayuno, hacer las camas, limpiar los pisos, ordenar las cosas que casi nunca están en su lugar, cocinarles cazuelas, carnes, porotos o lo que me pidan.  Por las tardes lavar las ropas, plancharlas y dedicarme a coser prendas rotas o jugar con los niños de la casa.
 
Siempre hablamos de lo muy agradecida que debo estar, ellos me salvaron de ser devorada por pumas o malcriada por indios salvajes que vivían por ahí.
 
Además amablemente decidieron conservar las tierras y la antigua casa que pertenecía a mis abuelos, aunque para no distraerme con recuerdos, nunca me llevaron a visitarla. Pero me quedo tranquila porque ellos me cuentan que cuidan el lugar y a los animalitos.
 
A veces me da pena que tengan que hacer sacrificios por mí, como pagarles a más de quince personas para que mantengan ese lugar. Me cuenta la señora que es muy grande y que las frutas, verduras, animales y árboles crecen sin parar. Si hasta un negocio debieron montar, porque no hallaban que hacer con tantas cosas. Y con el tiempo incluso tuvieron que comprar camiones.
 
Por todo lo que han hecho por mí es que me da vergüenza lo que voy a hacer, pero mis pensamientos ya no me dejan opción. He intentado acostumbrarme a mis nuevas tareas, pero el asco es tan profundo que por las noches, su olor se me impregna en la nariz y las arcadas me nacen desde el alma.
Yo sé que les debo la vida y que nunca tendré la forma de pagarles, pero mis lágrimas ya no se detienen. Siento una pena muy grande.
 
Esa noche, don Raúl vino como de costumbre y me golpeó en la cara por no estar desnuda. Me tiro las trenzas y cuando estuve en el suelo se me enterró como una lanza afilada. Con mucho dolor en el vientre tomé el cuchillo con que había cortado los choclos, porque a doña Elvira le ha antojado comer pasteles toda la semana. Y en una de las vueltas en las que quedé encima de él, en un solo suspiro mío, le rebané el cogote. Su sangre hedionda impregnó mis manos con las que le cerré los ojos, para que nunca más se atreviera a mirarme.
 
Por la mañana, cuando doña  Elvira abrió bruscamente la puerta, en busca del marido perdido, un rayo de luz que se colaba por la techumbre con forma de una esferita radiante, la encegueció un instante. Para luego descubrir la escena, que extrañamente emanaba un olor a yerbas tan fuerte que la mujer debió salir de la habitación a desmayarse más allá.
 
              La perla del sol se quedó hasta el anochecer iluminando la cara del difunto, mientras que de Antillanca nunca más se volvió a saber. 


 Victoria Lozano Díaz

*cuento finalista en el Concurso de cuento Revista Archivos del Sur
Noviembre 2009