Desde el siglo
dieciocho, como una manera de darle el sustento a las relaciones
comerciales entre las Metrópolis europeas y sus Colonias, se alzó
una arquitectura regulada por monedas como valor de cambio. Se eligió
al oro o la plata como respaldo físico, determinándose además que
su emisión podría realizarlo cualquier banco particular. Estas
entidades, controladas por familias o clanes, como es de prever, en
poco tiempo se constituyeron en grupos oligárquicos de sus países.
A pesar de los
intentos -a inicios del siglo pasado- de constituir instancias
bancarias estatales, como los Bancos Centrales, en la fabricación
del dinero como fórmula para democratizar la economía, las dos
Guerras Mundiales impidieron tal propósito. Al resultar triunfalista
Inglaterra en 1918 implantó la libra esterlina y Estados Unidos en
1945 el dólar, como únicos referentes mundiales. En 1949, la moneda
norteamericana se vuelve monopólica.
Lo grave es que
desde agosto de 1971 el dólar dejó de contar con respaldo tangible,
pues abandonó el patrón oro. Esto implicó hasta el día de hoy que
la economía se rija por la especulación, basándose en papeles con
membretes. Existe una apariencia de estabilidad, provocado por las
políticas de liquidez al mundo financiero, llevados a cabo por las
Reservas Federales de Estados Unidos (FED), consistente en comprar
bonos ficticios de grupos empresariales usureros internacionales.
El destacado
profesor de economía de la Universidad de Atenas, Yanis Varoufakis,
autor de “Minotauro Global”
describe
a Estados
Unidos
como
receptor
de
grandes
capitales
de
todo
el
mundo,
merced
del
dominio
del
dólar,
que
le
permite
en
alianza
con
las
transnacionales,
reciclar
sus
déficit
fiscales
y
comerciales
en
Wall
Street
u
otras
Bolsas
comerciales.
Un
tributo
que
se
paga
a
la
unidad
monetaria
estadounidense,
como
los
atenienses,
sumisos
a
los
cretenses,
lo
hacían
con
la
mitológica
criatura.
Argentina
es
un
buen
testimonio
de
como
los
Fondos
Buitres
quieren
doblegarle,
a
través
de
un
embate
económico,
traducido
en
ataques
especulativos
de
sus
bancos
para
forzar
una
devaluación
de
ese
país.
Sin
embargo,
en
diversas
partes
del
orbe
pequeños
Teseos
-aludiendo
a
Teseo,
héroe
griego
que
aniquiló
al
engendro
con
cuerpo
de
hombre
y
cabeza
de
toro
liberando
así
a
su
pueblo-
están
surgiendo.
En
el Estado de Veracruz, desde 2011 se está desarrollando una
experiencia socioeconómica entre el pueblo originario de los
Totonacas, de intercambio de productos y servicios, basados en su
propia moneda social: el Túmin.
El
sábado 21 de septiembre, en el Mercado Orgánico de Coatepec,
capital del café de México, se efectuó el encuentro “Experiencias
en el Totonacapan. Súmate al Túmin, economía solidaria y
autogestión”. Con un auditorio de ciento cincuenta personas,
mayoritariamente mujeres, se realizó una cuenta y debate público
sobre el apoyo mutuo que existe entre los productores, para el
intercambio de sus bienes. Informaron que ellos, habitantes del
Municipio El Espinal, situado cerca del pueblo petrolero Poza Rica,
al norte de Veracruz, con veintitrés mil habitantes y conformados
por propietarios de pequeños predios agrícolas y brindadores de
servicios, se encontraron con que su obstáculo mayor era la
comercialización.
Les
era imposible fijar precios justos, pues eran los intermediarios
-entre productor y consumidor- y no el mercado quien determinaba el
importe. Se plantearon por tanto, como modo de continuar y
desarrollar su economía local y familiar, activar el trueque entre
ellos para satisfacer sus necesidades reales y no las impuestas por
los “dictadores de los gustos”. Concluyeron que sus recursos
debían descansar en la comunidad, y distribuirse las ganancias
generadas, optando por unificarse ciento cincuenta productores para
organizar un Mercado de Ayuda Mutua, comunitario, autónomo y
solidario.
Complementados
activamente por un grupo de docentes y estudiantes de antropología
de la Universidad Veracruzana preocupados de la vinculación
intercultural, los residentes de El Espinal asumieron que la mejor
fórmula para preservar un cambio justo de compra y venta de sus
bienes era poseer un nuevo signo monetario, al que nombraron Túmin,
reedición de la moneda existente en esta zona en tiempos
prehispánicos.
Todo
comenzó
con
la
asociación
de
los
productores
que
mediante
asambleas
designaron
un
comité
bancario,
autorizado
para
emitir
una
cierta
cantidad
de
Túmin.
Al
principio
el
nuevo
billete
circuló
sólo
entre
los
habitantes
del
Municipio
El
Espinal.
Estaba
claro,
por
tratarse
de
un
dinero
local,
que
requería
un
sólido
sustento
real,
que
evite
caer
en
la
especulación
y
por
lo
tanto
jugar
con
las
reglas
dominantes
de
los
intereses
y
la
usura.
Por
ello
el
patrón
de
respaldo
empleado
es
el
potencial
de
producción
y
de
trabajo,
lo
que
avaló
la
cantidad
de
dinero
emitido.
Una
de
sus
exigencias
es
que
el
10
por
ciento
de
lo
producido
sea
depositado
en
un
Fondo
de
Compensación,
para
mitigar
futuros
reveses
económicos.
Esta
moneda
es
a
palabras
de
sus
usuarios
un
valor
de
uso
y
no
de
abuso,
como
acontece
con
el
dólar
que
para
legitimarse
recurre
a
una
suma
de
intereses
bancarios.
Al
ser
su
paridad
igual
al
peso
mexicano,
sus
operaciones
comerciales
son
ágiles.
Para
incentivar
su
uso,
se
aplican
promociones
tales
como
que
el
Túmin
pague
una
fracción
de
ganancia
mayor
que
el
peso
mexicano.
Otro
elemento
que
da
confiabilidad
son
las
asambleas
mensuales
que
realizan
los
agricultores
adscritos
al
comité,
que
efectúan
seguimientos
y
ajustes
según
los
acontecimientos
que
se
vayan
dando.
Toda
la
información
es
pública
y
difundida
en
su
periódico
impreso
Kgosni.
La
moneda se ha expandido a otros lugares geográficos y ha comenzado a
circular en comercios establecidos de rubros como farmacias,
ferreterías y en personas que prestan servicios como médicos,
profesores o abogados. Esta situación de masificación y buen
recibimiento, motivó que el Banco de México ,instancia rectora del
aparato financiero formal, viera un peligro para su orden monetario
multinacional, al denunciar penalmente al Túmin como instrumento
subversivo, por poner en peligro al Peso, pudiendo potencialmente
llegar a sustituirlo. Investigaciones de la Procuraduría General de
la República, máximo exponente jurídico del país, después de
varias pesquisas optó por congelar el proceso judicial.
Juan
Castro, antropólogo profesor de la Universidad Veracruzana y
coordinador del proyecto, comentó en el encuentro “muchos son los
yerros que cometemos, donde el retroceso predomina, pero estamos
convencidos que si avanzamos es fruto de la experiencia. El Túmin es
una escuela de aprendizaje cotidiano”.
Actualmente,
el
29
de
agosto
de
este
año,
el
V
Foro
Internacional
sobre
Cooperativismo
y
Economía
Solidaria,
realizado
en
Ciudad
de
México,
señaló
en
el
punto
seis
de
su
declaración
final
que
“Se acuerda apoyar
la campaña que impulsan
los compañeros del
Túmin, a fin de
que esta moneda social
alcance una mayor cobertura
a nivel nacional”.
Toda
esta
experiencia
concreta
y
contingente
me
hace
reflexionar
que
Teseo
existe
y
que
actúa
aunando
fuerzas,
expresada
por
ejemplo
en
la
Red
Global
del
Trueque.
También
me
hace
recordar
que
en
Chile,
desde
el
año
1945
hasta
la
muerte
de
Ernesto
Miranda
(dirigente
obrero
de
la
CUT,
representante
del
anarco
sindicalismo
y
del
sector
del
cuero
y
del
calzado)
se
planteó
un
modelo
alternativo
monetario.
Miranda
y su equipo realizaron por años estudios sobre los procesos
financieros y plantearon como solución algo muy similar a lo
acontecido en México, agregándole que para evitar la acumulación,
estos billetes debían tener fecha de caducidad a los noventa días.
Todo su trabajo y propuesta está en diversos artículos y documentos
ergonómicos, quizás esperando que llegue el momento de que algún
grupo productivo o prestador de servicios se decida a ponerlo en
práctica.
Oscar Ortiz.