Los aymaras quedamos divididos por las fronteras de Perú, Argentina, Bolivia y Chile, nosotros tocamos la peor parte, sentencia don Pedro, quien critica fuertemente el modelo dominante en este país “que es copia de lo estadounidense y europeo y que se da el lujo de ignorar los saberes ancestrales de los pueblos originarios”. Este sistema va directo al exterminio de las culturas, de las personas, de la naturaleza y de todo, concluye.
“Las mineras no sólo se llevan la riqueza de Chile a costo casi cero, sino que arrasan con las comunidades que viven aledañas a sus yacimientos, contaminando las aguas, los suelos, el aire. Intervienen el hábitat de la flora y fauna propia de los lugares y modifican la agricultura tradicional y los modos de producción necesarios para la reproducción de los pueblos.
El nuevo proyecto del Royalty es fatal para las comunidades aymaras y atacameñas, porque por el poco interés que se les sube a las mineras se les entrega a cambio la facultad de seguir haciendo lo que se les dé la gana. Contraviniendo el Convenio 169, al cual Chile está suscrito y que indica que cualquier explotación que se haga en terrenos donde existen pueblos indígenas debe ser consultada a esa comunidad. Piñera con la excusa del terremoto quiere desvestir un santo para vestir otro.
Los pueblos antiguos también aprovechaban la riqueza de la tierra, los minerales también se extraían, pero de forma racional, no en la lógica ambiciosa del despojo incontenible de las transnacionales. Los pueblos andinos hemos sobrevivido por más de 16 mil años, porque sabemos, como dijo Heráclito, que nada no tiene fin, incluso nuestro pueblos desaparecerá y a nosotros nos interesa dejar un legado, un mundo mejor, en armonía del ser con el cosmos”.
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