He
querido reflexionar sobre otro tópico muy importante en la
emancipación femenina -que va más allá de la participación
política,la incorporación al mundo del trabajo o de la píldora
anticonceptiva- tal es, su mundo literario.
Muchas
sociedades apostaron durante centurias a que la mujer solo sabía
transitar en ámbitos domésticos o maternales. Por ello, muchas
veces eran analfabetas, lo que llevaba peyorativamente a las culturas
dominantes a definirlas de incapaces. Durante un tiempo histórico
largo, impresos de mujeres estuvieron ausentes. Pero luego de la
revolución francesa y del advenimiento de la primera fase de lo
industrial, la sensibilidad femenil; expresado en la diferenciación
del masculino, se manifestó notoriamente en las bellas artes durante
el siglo diecinueve.
La
hija del filósofo inglés,William Godwin - que creó el concepto
ideológico del Anarquismo- Mary Shelly (1797-1851), publicó en
1818, su obra “Frankestein”, convirtiéndose en una de las
pioneras al compartir con los hombres el lenguaje escrito. Fundadora
del género de ciencia ficción, logró con su texto, descubrir la
perversión que puede traer el desarrollo científico (la electricidad en este caso) por medio del uso irresponsable de la tecnología, en
la búsqueda del poder divino. Es además quizás el libro más veces
adaptado al cine.
La
aparición en 1852, de la novela juvenil, “La Cabaña del tío Tom”
escrita por la cristiana norteamericana, Harriet B. Stowe
(1811-1896) en tono moralizador, provocó un profundo impacto en
aquel país al dramatizar las penas de los negros (Familia del Tío
Tom) y la inhumanidad de la esclavitud (sus patrones blancos). La
autora adquirió la vocería de la protesta emotiva de más efecto
contra la servidumbre de color, que cualquier agitador abolicionista.
Para muchos historiadores, “La Cabaña del tío Tom”, fue el
portaestandarte de los antiesclavistas, que ulteriormente desencadenó
la guerra civil estadounidense.
También
en el plano de las incipientes luchas proletarias contra el
capitalismo urbano, la presencia intelectual femenina fue vital para
la formación del pensamiento socialista.
Flora
Tristán (1803-1844), peruana- francesa, elaboró las primeras
investigaciones sobre la emancipación de su género y de los
derechos de los trabajadores, siendo la autora de la consigna
“Proletarios del Mundo Uníos”, en 1840 en la publicación del
programa socialista La Unión Obrera, que ocho años después se
adjudicó Carlos Marx en su célebre “Manifiesto del Partido
Comunista”.
Luisa
Michel (1830-1905) francesa, desde su poesía rebelde y la filosofía
anarquista encabezó la insurrección armada de la “Comuna de
París”, la cual identificó con el ondeamiento de la bandera
negra, diseñada por ella. Comentará Luisa Michel en los años
posteriores, que de esa ocasión nunca abandonó la indumentaria
masculina, pues a través de ella, podía liderar a los contingentes
sindicales.
Semejante
travestismo realizó la novelista francesa, Aurora L. Dupin
(1804-1876) quién debió además cambiar su nombre al de George
Sand. Desde pequeña percibió que su secreto del triunfo literario
era dar forma artística a las impresiones cotidianas y personales.
Pero ello requería frecuentar espacios geográficos que estaban
prohibidos a su sexo: posadas, sala de bares o diversión, viajes,
torneos bélicos, etc. Entonces optó por integrarse al orbe
masculino, sustituyendo su vestimenta y filiación. Su producción se
separa del romanticismo o de la novela histórica, al combinar pasión
con fantasía e introducir en ella como héroes a los humildes de la
tierra, rompiendo así con la costumbre de los ídolos novelescos
que eran generalmente personajes aristocráticos. También en 1848,
participó directamente en las barricadas callejeras de París,
componiendo manifiestos para los trabajadores, arengando a los
alzados y fundando un periódico obrero.
Entretanto
en nuestra América Latina, la corriente literaria del Modernismo
empezaba a consolidarse, en la última década del diecinueve.
Inspirado en el nicaragüense Ruben Darío, se emprendieron profundas
innovaciones y rarezas en la métrica castellana. Se destierra el
engolamiento romántico de la prosa, reemplazando el adjetivo
tipificado por el sugerente. El Modernismo también depuró el idioma
escrito y hablado. El verso igualmente experimentó una renovación
al nutrirse de dos fuentes francesas: el Parnasismo y el Simbolismo,
de los que se extraen la actitud de desamparo, angustia y tedio. El
poeta es el modelo literario, en contraste a lo existente, donde
imperaba el modo literario-político expuesto por Sarmiento,
Mantalvo, Arboleda y Martí. Entre los jóvenes que adhirieron
entusiastamente al movimiento, emergió un trío de mujeres poetas,
que centradas en la insatisfacción y la sublimación de la entrega física, logran con su talento, valentía y perseverancia romper el
monopolio literario masculino.
Juana
de Ibarbouro (1895-1979) uruguaya, Alfonsina Storni (1892-1938)
argentina y la chilena, Gabriela Mistral (1891-1957) unidas en
soledades, frustraciones y melancolías, lograron construir un numen imaginario existencial esperanzador de la autonomía femenina. Estas
tres mujeres de América, regeneradoras además de las letras,
consiguieron desde sus inspiraciones líricas ser las precursoras en
América Latina de una estética disímil dentro de las letras que
perdura hasta hoy y cuya obra es obligatoria al goce literario.
Oscar
Ortiz, historiador chileno.
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