por Victoria Lozano
La
historia de Chile es ruda para el pueblo. Los derechos ganados, las victorias y
las derrotas democráticas han significado sangre de luchadores sociales
mientras que la traición de quienes tienen poder se ha hecho costumbre.
Dentro de los
ejercicios democráticos que pueden realizar los pueblos que forman un
Estado está la Asamblea Constituyente, donde las personas se reúnen,
informan, reflexionan, discuten y determinan libremente cómo será el país en el
que viven, dando origen de manera participativa a una nueva Constitución. Es la
proposición de base, que hacen las personas sin imposiciones ni mediaciones de
partidos políticos, es Poder Popular.
En Chile una
Constitución democrática es posible, pero depende de la decisión que los
pueblos, organizaciones sociales, trabajadores, estudiantes, mujeres, jóvenes,
tercera edad, en definitiva todas las personas expresen, puesto que la
Autodeterminación de los pueblos es un Derecho inherente de re-construcción de toda
sociedad, cuya única exigencia es que sea convocada por la mayoría.
BREVE
REVISIÓN HISTÓRICA
La elite más rica del
país (plutocracia) ha apelado a todo tipo de trampas y crímenes para impedir el
ejercicio de la soberanía popular, desde los orígenes del Estado y hasta el día
de hoy, como lo sintetiza el sociólogo Gustavo Ruz:
“La independencia de
Chile la llevaron a cabo los aristócratas, clase político-social que contaba
con la riqueza y el poder para la emancipación y que plasmó sus intereses y
visión de mundo en las normas que regían el nuevo Estado de Chile”.
La hegemonía de clase
se aseguró en aquella época y vigente hasta 1870 por la llamada “ciudadanía
censitaria” que sólo permitía participar en lo político a los hombres más ricos
del país, excluyendo a la mayoría de las personas que vivían en precarias
condiciones.
Establecida la
República de Chile, la primera Constitución se promulgó en 1833 y es también
conocida como la Constitución Portaliana, aludiendo a uno de sus principales
ideólogos, representante de la oligarquía chilena.
Los opositores a esta
Constitución fueron encarcelados o desterrados y en esta época se fortaleció el
espionaje por parte de la policía secreta, brutal censura en la prensa,
despidos en el sistema público a quienes no fueran partidarios del nuevo
régimen y un aumento considerable de “guardias cívicos”. Esta Constitución se
caracterizó por la nula participación de la mayoría de los chilenos, por ser
centralista, autoritaria y elitista.
La segunda Constitución,
de 1925, fue forjada en el contexto de la llamada “Cuestión social”, en pleno
desarrollo del movimiento obrero y al calor de tendencias anarquistas y
comunistas.
En enero del´25 diversas
organizaciones sociales, de obreros y de estudiantes convocaron e iniciaron el
trabajo necesario para cambiar la Constitución mediante una Asamblea
Constituyente.
Este proceso se conoce
como la “Constituyente chica” puesto que más tarde debería realizarse la
Constituyente fundamental. Durante este periodo, actores y grupos sociales
recorrieron Chile difundiendo e informando sobre su propuesta para generar una
nueva Constitución.
La Asamblea
Constituyente de Obreros e Intelectuales inició sus sesiones con más de mil
delegados que provenían de todo el país representando al mundo popular, quienes
luego de días de apasionados debates, lograron aprobar puntos de base que luego
debían ser aprobados. Dentro de los principios pactados destacan la
socialización de la tierra y de los medios de producción, una distribución
política y administrativa del país como Estado Federal, la separación de la
iglesia del Estado y la educación gratuita desde la escuela hasta la
Universidad.
Sin embargo, cuando
llegó el momento de pasar a la etapa siguiente, Arturo Alessandri, Presidente
de la República, decidió designar él mismo a los miembros de la Asamblea,
además de presidir él la comisión de “reformas constitucionales”, traicionando
el compromiso adquirido con el Comité Obrero Nacional y con todo el pueblo de
Chile que había trabajado intensamente para cambiar la Constitución.
De Asamblea
Constituyente pasó a ser una “Comisión constituyente”, formada por pequeños
grupos, quienes elaboraron la Constitución que más tarde se votó en plebiscito
y que fue aprobada por menos del 50% de los votantes.
Aun así es la Constitución más democrática que
ha tenido Chile.
“Esta Constitución
permitió que se abrieran muchos espacios y que décadas más tarde germinaran
frutos democráticos”, explica Ruz, quien destaca logros populares (entre
1958-1973) como las cuatro Reformas Agrarias y la Nacionalización del cobre.
Además de una progresiva recuperación de la democracia y de libertades para las
personas.
“Pero la derecha de
este país estaba acostumbrada a tutelar con mano de hierro, por lo que
necesitan leyes de seguridad nacional, estados de sitio, leyes antiterroristas,
golpes militares”.
NUESTRA
ACTUAL CONSTITUCIÓN (MILITAR, AÑO 80)
El 11 de septiembre de
1973 los militares aliados a la derecha chilena y a Estados Unidos,
bombardearon la Moneda, terminaron con la democracia e iniciaron un periodo de
asesinatos y torturas a luchadores sociales a la vez que idearon e impusieron
un nuevo modelo económico, político y social para Chile, el modelo neoliberal.
Días después del Golpe,
los militares crearon una comisión que en 1980 terminó de redactar la
Constitución. Todos los debates fueron secretos y las decisiones las tomaron
únicamente quienes tenían el poder. En agosto de ese año la Junta Militar
anunció al pueblo de Chile que en un mes más deberían votar para aprobar o no
dicho texto, que los ciudadanos ni siquiera sabían en qué consistía.
El plebiscito del ´80
se realizó en un clima de incertidumbre, censura y falta de transparencia que
caracterizaron esa época, logrando según ellos un 67% de aprobación, aún cuando
no existieron registros electorales o supervisión del conteo de votos. La importancia de este hito es claramente
descrito por Ruz:
“Toda
la vida de las personas, desde que nacen y hasta que mueren está normada por la
Constitución Política del Estado, educación, salud, derechos, libertades,
trabajo, matrimonio, fondos de
pensiones, medio ambiente, división de las regiones, jubilación, existencia y
características del congreso, etc.
Además
están en juego las reservas más grandes de cobre en el mundo, importantísimas
reservas de litio, 4 mil kilómetros de costa y fondo marino, la ruta
estratégica del Cabo de Hornos, la vital reserva de agua en la Antártica y más
de 2 mil kilómetros de bosque.
Detrás
de cada artículo, de cada ley, está el modelo económico, la ideología que
gobierna la vida de las personas”.
En junio de 1989 la
dictadura realizó un plebiscito en el que se consiguió un 92% de votos para
amarrar artículos fundamentales y hacer más difícil los cambios
constitucionales, “el alto porcentaje se logró gracias a que la Concertación,
Renovación Nacional y la UDI votaron tomaditos de la mano”.
EL
FRAUDE CONCERTACIONISTA
“A mucha gente le cuesta aceptar que la
Concertación fue creada para fortalecer la dominación norteamericana y el
modelo económico pinochetista. El 11 de marzo de 1990 el capital extranjero
controlaba el 17% del Producto Interno Bruto y hoy controla el 70%, es decir el
capital extranjero maneja Chile gracias a la elite dirigente y a la actual
Constitución, marco jurídico que legaliza la opresión y el despojo en nuestro
país”.
A la Moneda después de
la dictadura, “no llegamos los que luchamos, llegaron los que le daban
garantías al gobierno de Estados Unidos de mantener el modelo, entregar el
cobre y dar impunidad a Pinochet y sus colaboradores. Ningún gobernante de la
derecha ni de la Concertación le consultó al pueblo cuando decidieron la
privatización del cobre, que se produce en los gobiernos de Aylwin, Frei y
Lagos principalmente, quienes además junto a Bachelet, jamás plantearon
eliminar la Constitución de la dictadura o realizar una consulta democrática
sobre estas materias”.
POR
LA CONSTITUYENTE, UNIDOS Y SIN PARTIDOS
El actual desprestigio
que sufren hoy los partidos políticos chilenos, de “gobierno y oposición” es rigurosamente
justificado, por lo que no se puede esperar ni confiar en que una propuesta transparente
y democrática que otorgue poder, libertad y derechos a las personas, una
Asamblea Constituyente, nazca de ellos. Lo que queda entonces es que el pueblo
organizado, las fuerzas vivas sociales, la exijan y el Estado garantice su correcta
ejecución.
Ruz, enfatiza que “necesitamos demostrar que somos una
clara mayoría, y esas son palabras mayores. Por lo tanto, el método de trabajo
es muy distinto de aquellos que sólo aspiran a ser un grupo de presión en una
comuna o para lograr objetivos parciales, de un sector político, social o
cultural, que sólo busca “marcar presencia”.
La clave es la unidad y organización de todos los
ciudadanos, en su barrio, comuna o lugar de trabajo, para generar una fuerza
capaz de doblegar la resistencia de las elites conservadoras y sus poderes
facticos.
Lo primero es que cada persona actúe con determinación e
iniciativa propia, que no espere “instrucciones” desde arriba, y que constituya
instrumentos locales de unidad e iniciativas para una Asamblea Constituyente,
capaces de vincularse al movimiento nacional.
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