miércoles, mayo 30

Otra Constitución!

por Victoria Lozano


La historia de Chile es ruda para el pueblo. Los derechos ganados, las victorias y las derrotas democráticas han significado sangre de luchadores sociales mientras que la traición de quienes tienen poder se ha hecho costumbre. 

Dentro de los ejercicios democráticos que pueden realizar los pueblos que forman un Estado está la Asamblea Constituyente, donde las personas se reúnen, informan, reflexionan, discuten y determinan libremente cómo será el país en el que viven, dando origen de manera participativa a una nueva Constitución. Es la proposición de base, que hacen las personas sin imposiciones ni mediaciones de partidos políticos, es Poder Popular.

En Chile una Constitución democrática es posible, pero depende de la decisión que los pueblos, organizaciones sociales, trabajadores, estudiantes, mujeres, jóvenes, tercera edad, en definitiva todas las personas expresen, puesto que la Autodeterminación de los pueblos es un Derecho inherente de re-construcción de toda sociedad, cuya única exigencia es que sea convocada por la mayoría.

BREVE REVISIÓN HISTÓRICA

La elite más rica del país (plutocracia) ha apelado a todo tipo de trampas y crímenes para impedir el ejercicio de la soberanía popular, desde los orígenes del Estado y hasta el día de hoy, como lo sintetiza el sociólogo Gustavo Ruz:

“La independencia de Chile la llevaron a cabo los aristócratas, clase político-social que contaba con la riqueza y el poder para la emancipación y que plasmó sus intereses y visión de mundo en las normas que regían el nuevo Estado de Chile”. 

La hegemonía de clase se aseguró en aquella época y vigente hasta 1870 por la llamada “ciudadanía censitaria” que sólo permitía participar en lo político a los hombres más ricos del país, excluyendo a la mayoría de las personas que vivían en precarias condiciones.

Establecida la República de Chile, la primera Constitución se promulgó en 1833 y es también conocida como la Constitución Portaliana, aludiendo a uno de sus principales ideólogos, representante de la oligarquía chilena. 

Los opositores a esta Constitución fueron encarcelados o desterrados y en esta época se fortaleció el espionaje por parte de la policía secreta, brutal censura en la prensa, despidos en el sistema público a quienes no fueran partidarios del nuevo régimen y un aumento considerable de “guardias cívicos”. Esta Constitución se caracterizó por la nula participación de la mayoría de los chilenos, por ser centralista, autoritaria y elitista.

La segunda Constitución, de 1925, fue forjada en el contexto de la llamada “Cuestión social”, en pleno desarrollo del movimiento obrero y al calor de tendencias anarquistas y comunistas. 

En enero del´25 diversas organizaciones sociales, de obreros y de estudiantes convocaron e iniciaron el trabajo necesario para cambiar la Constitución mediante una Asamblea Constituyente. 

Este proceso se conoce como la “Constituyente chica” puesto que más tarde debería realizarse la Constituyente fundamental. Durante este periodo, actores y grupos sociales recorrieron Chile difundiendo e informando sobre su propuesta para generar una nueva Constitución.

La Asamblea Constituyente de Obreros e Intelectuales inició sus sesiones con más de mil delegados que provenían de todo el país representando al mundo popular, quienes luego de días de apasionados debates, lograron aprobar puntos de base que luego debían ser aprobados. Dentro de los principios pactados destacan la socialización de la tierra y de los medios de producción, una distribución política y administrativa del país como Estado Federal, la separación de la iglesia del Estado y la educación gratuita desde la escuela hasta la Universidad.

Sin embargo, cuando llegó el momento de pasar a la etapa siguiente, Arturo Alessandri, Presidente de la República, decidió designar él mismo a los miembros de la Asamblea, además de presidir él la comisión de “reformas constitucionales”, traicionando el compromiso adquirido con el Comité Obrero Nacional y con todo el pueblo de Chile que había trabajado intensamente para cambiar la Constitución.

De Asamblea Constituyente pasó a ser una “Comisión constituyente”, formada por pequeños grupos, quienes elaboraron la Constitución que más tarde se votó en plebiscito y que fue aprobada por menos del 50% de los votantes.

 Aun así es la Constitución más democrática que ha tenido Chile.

“Esta Constitución permitió que se abrieran muchos espacios y que décadas más tarde germinaran frutos democráticos”, explica Ruz, quien destaca logros populares (entre 1958-1973) como las cuatro Reformas Agrarias y la Nacionalización del cobre. Además de una progresiva recuperación de la democracia y de libertades para las personas. 

“Pero la derecha de este país estaba acostumbrada a tutelar con mano de hierro, por lo que necesitan leyes de seguridad nacional, estados de sitio, leyes antiterroristas, golpes militares”.

NUESTRA ACTUAL CONSTITUCIÓN (MILITAR, AÑO 80)
El 11 de septiembre de 1973 los militares aliados a la derecha chilena y a Estados Unidos, bombardearon la Moneda, terminaron con la democracia e iniciaron un periodo de asesinatos y torturas a luchadores sociales a la vez que idearon e impusieron un nuevo modelo económico, político y social para Chile, el modelo neoliberal.

Días después del Golpe, los militares crearon una comisión que en 1980 terminó de redactar la Constitución. Todos los debates fueron secretos y las decisiones las tomaron únicamente quienes tenían el poder. En agosto de ese año la Junta Militar anunció al pueblo de Chile que en un mes más deberían votar para aprobar o no dicho texto, que los ciudadanos ni siquiera sabían en qué consistía.

El plebiscito del ´80 se realizó en un clima de incertidumbre, censura y falta de transparencia que caracterizaron esa época, logrando según ellos un 67% de aprobación, aún cuando no existieron registros electorales o supervisión del conteo de votos.    La importancia de este hito es claramente descrito por Ruz:
 “Toda la vida de las personas, desde que nacen y hasta que mueren está normada por la Constitución Política del Estado, educación, salud, derechos, libertades, trabajo,  matrimonio, fondos de pensiones, medio ambiente, división de las regiones, jubilación, existencia y características del congreso, etc.
Además están en juego las reservas más grandes de cobre en el mundo, importantísimas reservas de litio, 4 mil kilómetros de costa y fondo marino, la ruta estratégica del Cabo de Hornos, la vital reserva de agua en la Antártica y más de 2 mil kilómetros de bosque.  
Detrás de cada artículo, de cada ley, está el modelo económico, la ideología que gobierna la vida de las personas”.

En junio de 1989 la dictadura realizó un plebiscito en el que se consiguió un 92% de votos para amarrar artículos fundamentales y hacer más difícil los cambios constitucionales, “el alto porcentaje se logró gracias a que la Concertación, Renovación Nacional y la UDI votaron tomaditos de la mano”.

EL FRAUDE CONCERTACIONISTA
 “A mucha gente le cuesta aceptar que la Concertación fue creada para fortalecer la dominación norteamericana y el modelo económico pinochetista. El 11 de marzo de 1990 el capital extranjero controlaba el 17% del Producto Interno Bruto y hoy controla el 70%, es decir el capital extranjero maneja Chile gracias a la elite dirigente y a la actual Constitución, marco jurídico que legaliza la opresión y el despojo en nuestro país”.

A la Moneda después de la dictadura, “no llegamos los que luchamos, llegaron los que le daban garantías al gobierno de Estados Unidos de mantener el modelo, entregar el cobre y dar impunidad a Pinochet y sus colaboradores. Ningún gobernante de la derecha ni de la Concertación le consultó al pueblo cuando decidieron la privatización del cobre, que se produce en los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos principalmente, quienes además junto a Bachelet, jamás plantearon eliminar la Constitución de la dictadura o realizar una consulta democrática sobre estas materias”.

POR LA CONSTITUYENTE, UNIDOS Y SIN PARTIDOS
El actual desprestigio que sufren hoy los partidos políticos chilenos, de “gobierno y oposición” es rigurosamente justificado, por lo que no se puede esperar ni confiar en que una propuesta transparente y democrática que otorgue poder, libertad y derechos a las personas, una Asamblea Constituyente, nazca de ellos. Lo que queda entonces es que el pueblo organizado, las fuerzas vivas sociales, la exijan y el Estado garantice su correcta ejecución. 

Ruz, enfatiza que “necesitamos demostrar que somos una clara mayoría, y esas son palabras mayores. Por lo tanto, el método de trabajo es muy distinto de aquellos que sólo aspiran a ser un grupo de presión en una comuna o para lograr objetivos parciales, de un sector político, social o cultural, que sólo busca “marcar presencia”. 

La clave es la unidad y organización de todos los ciudadanos, en su barrio, comuna o lugar de trabajo, para generar una fuerza capaz de doblegar la resistencia de las elites conservadoras y sus poderes facticos.

Lo primero es que cada persona actúe con determinación e iniciativa propia, que no espere “instrucciones” desde arriba, y que constituya instrumentos locales de unidad e iniciativas para una Asamblea Constituyente, capaces de vincularse al movimiento nacional. 


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