lunes, enero 31

Egipto en el espejo de la revolución tunecina

por Sarah Ben Néfissa, Investigadora del Instituto de Investigación parael Desarrollo (IRD)

Era en Egipto donde “debía” comenzar la democratización del mundo árabe, la última región del planeta que no vivió una evolución política significativa desde la caída del Muro de Berlín. La aparición, en 2005, del movimiento Kefaya –basado en la reivindicación democrática y el rechazo a la sucesión hereditaria del presidenteHosni Mubarak– y la posterior llegada a la escena política, en 2009,del ex secretario general de la Agencia Internacional de EnergíaAtómica (AIEA) Mohammed El-Baradai fueron percibidos como un aviso. No fue el caso.

¿Por qué cayó el régimen en Túnez y no en El Cairo? Para entenderlo, es necesario volver sobre la relación entre las protestas sociales y las estructuras políticas. Al decir de algunos, la principal diferencia entre ambos países derivaría de la naturaleza particularmente opresiva y policial del régimen de Zine el-Abidine BenAli. Egipto presentaría una versión menos rígida, más inteligente, de la autocracia: allí se puede hablar libremente –en la prensa, la televisión, los blogs– e incluso tomar algunas iniciativas políticas, tal como lo demuestra el desarrollo exponencial de las protestas sociales. Algunos no dejarán de señalar que fue “como consecuencia”del movimiento político lanzado en 2005 que las reivindicaciones sociales en el sector laboral se multiplicaron, sin que se tradujeran sin embargo en el terreno político.Túnez sería el “negativo” de semejante fotografía de Egipto:aparentemente carente de raíces, la revuelta social habría mutado en conmoción política a una velocidad sorprendente, a pesar –o a causa–de la sangrienta represión que intentó sofocarla.

Sin embargo, ambas situaciones reflejan también una extraña similitud.Ninguna fuerza política puede realmente adjudicarse la paternidad dela revolución tunecina. La situación no difiere en Egipto, donde las fuerzas políticas opositoras son ampliamente superadas por las protestas sociales. En ese país, los movimientos reivindicatorios se alían en primer lugar con los diferentes actores mediáticos, los cuales retoman la partitura del poder: dejar hacer, dejar que se escuchen los reclamos, y aceptar retroceder si es necesario. Pero parcialmente.

Así, la clase política egipcia en su conjunto, incluyendo los HermanosMusulmanes, fue sorprendida por el desarrollo de las protestas, no sólo en el sector obrero sino también en los barrios informales (una suerte de villas miseria), para reclamar servicios y equipamiento. Se vieron incluso revueltas de enfermos protestando contra la pésima calidad de los servicios hospitalarios. Sin embargo, la novedad corresponde a otra dimensión. Los sectores de la población más pobres social, cultural y políticamente no son insensibles a los discursos sobre la “sociedad civil”, la “democracia”, los “derechos humanos”, la“ciudadanía”, las “reformas” políticas, que invaden el espacio público desde 2005. La retórica internacional dominante no carece de impacto:da lugar a reajustes y reapropiaciones por parte de los actores más diversos, incluso en las clases populares.Los medios de comunicación se hacen eco del sufrimiento social y difunden las múltiples protestas populares.

Los medios de comunicación se hacen eco del sufrimiento social y difunden las múltiples protestas populares. Representan espacios políticos alternativos frente al cierre casi completo de todos los lugares de expresión política –tal como lo demostró el bloqueo de las elecciones legislativas de noviembre-diciembre de 2010 con lavictoria, por más del 90% del partido del Estado, el Partido NacionalDemocrático (PND)–. En vísperas de esta consulta, los poderes públicos habían iniciado un vasto movimiento de domesticación de los diarios,radios y canales de televisión.

Mucho antes de este cierre mediático, los movimientos reivindicatorios egipcios se desarrollaron de dos maneras. Por un lado, asistieron al aumento de formas de acción violenta: bloqueos de rutas para denunciarlas muertes accidentales provocadas por el mal mantenimiento de las calles en algunos barrios, pero también amenazas de suicidio público que, luego del gesto de Bouazizi, se multiplican. Esta violencia respondía a la pasividad del régimen frente a las demás formas de acción. Confiado en su carácter “no político”, el régimen ya no respondía a los reclamos que no provenían de sectores considerados estratégicos.

Sin embargo, los poderes públicos reaccionaron rápidamente luego de los acontecimientos en Túnez: prórroga de la aprobación del proyecto de ley de reforma de la función pública, contrataciones en el sector público, anuncios de medidas sociales, etc. En cuanto a las autoridades religiosas oficiales, recordaron que el suicidio era un acto de apostasía, lo que contrasta con la opinión matizada del muy popular predicador Youssef Al-Karadhaoui en el canal de televisión satelital Al-Jazeera a propósito de Bouazizi.

Segunda característica del movimiento social egipcio: el aumento de las reivindicaciones que utilizan referentes identitarios o comunitarios. Como los beduinos del Sinaí que se sublevan contra el tratamiento securitario del que son víctimas debido a la proximidad de la región con Israel; o las poblaciones nubias que se quejan de sus condiciones de vida y reclaman las indemnizaciones prometidas por sudesplazamiento al momento de la construcción de la Gran Represa en los años 60. Pero son las protestas coptas –que se produjeron luego del atentado contra la Iglesia de Alejandría la madrugada del 1º de enero de 2011– las que concitan la atención por sus nuevas modalidades.

Según numerosos analistas egipcios, el movimiento social y político tunecino sería más “moderno”, más maduro, más político, porque proviene mayormente de las clases educadas, alfabetizadas: la famosa clase media que habla el lenguaje refinado de los derechos humanos, la libertad, la democracia . ¿Acaso el lenguaje “comunitario” e“identitario” ya no tendría cabida en esta Túnez? No es del todo cierto, existe allí un “comunitarismo regional” de las poblaciones olvidadas por el “milagro tunecino” que constituyen la verdadera punta de lanza de la revolución: un fenómeno que llegó a Gafsa, Sidi Bouzid,Thala, Kasserine, Jendouba, antes de alcanzar los suburbios carenciados de la capital y finalmente la avenida Bourguiba en Túnez.

En Egipto, también el discurso de protesta es diverso. El lenguaje de la moral y la religión caracteriza a los movimientos sociales de los sectores más desfavorecidos, especialmente en los barrios informales,ya que se trata del único lenguaje disponible. En los sectores instruidos, como el de los funcionarios fiscales o los docentes de nivel secundario, el lenguaje de protesta habla de justicia e insiste sobre la naturaleza sectorial y estrictamente social de sus causas. La negación incluso de lo político es un subterfugio de actores que comprendieron los límites que el autoritarismo impone a la acción contestataria.

Del mismo modo, ¿cómo no ver en la protesta de la juventud copta luego del atentado de Alejandría una salida al confinamiento “comunitario”para plantear la “cuestión copta” dentro del espacio público nacional?¿Cómo no percibir el lenguaje de la ciudadanía detrás de la consigna“queremos (que se respeten) nuestros derechos”, lanzada a los representantes del Estado? En Egipto, se asiste a un reclamo de renegociación de las modalidades de la unidad nacional. El“comunitarismo” regional tunecino plantea allí una exigencia similar.

Bouazizi se inmoló con fuego frente a la sede de la gobernación de Sidi Bouzid y fue frente al Ministerio del Interior que se desarrolló la gran manifestación del 14 de enero de 2011. Esta relación con elEstado caracteriza también el espacio de protesta egipcio que se expresa a través de sit-in o concentraciones frente a las sedes de los ministerios, gobernaciones y comisarías. Esta característica común pone de manifiesto el apego de las poblaciones, especialmente las más desfavorecidas, al Estado social posterior a la independencia, que fue en gran medida desmantelado estas últimas décadas.

Pero los movimientos de protesta tunecinos y egipcios se dirigen también al exterior, a la opinión pública internacional, a través de los medios de comunicación. Se trata en este caso de una mutación importante: estamos en presencia de sociedades cada vez más“mundializadas”, que comprendieron que ya no eran prisioneras de los leviatanes árabes y que el exterior no era necesariamente amenazante.

En momentos de “hibridación” de regímenes políticos en el mundo –una teoría que plantea que el marco de la mundialización cuestiona la capacidad de los Estados y tiende a atenuar las distinciones trazadas entre regímenes autoritarios y regímenes democráticos – las protestas en ambos países muestran la hibridación paralela de las formas de acción colectiva y los modos de expresión de lo político. Incluso en los países árabes, la política ya no se reduce a las instituciones. Egipto muestra una situación donde el bloqueo autoritario coexiste con una transformación fundamental de las relaciones entre el Estado y la sociedad . Túnez, por su parte,demostró que la distancia entre la protesta social sectorial y la protesta política no es tan grande.

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