El auditorio de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile fue el escenario en que se reunieron Sergio Grez, doctor en historia y Gabriel Salazar, premio nacional de la misma disciplina, para plantear reflexiones acerca de una de las más grandes deudas en nuestro país, en el foro “Procesos constituyentes en Chile en los siglos XIX y XX.
Salazar enfatizó que nuestro Estado, que mantiene a una ciudadanía marginada, ha generado que Chile no lleve a cabo cuatro tareas fundamentales de los pueblos en la modernidad:
- Construcción de una industrialización, que permita autonomía económica.
- Construcción progresiva integrada de igualdad de oportunidades, que generen igualdad social.
- Construcción de un sistema educativo propio, no importado, que permita un desarrollo del conocimiento desde nuestra cultura y que fecunde inteligencia ciudadana.
- Construcción de un Estado, que permita una amplia participación ciudadana, que se traduce en democracia política real.
Y es que, como señaló Grez, Chile es presentado constantemente por los gobiernos de turno, o por la prensa, “como un ejemplo de país democrático, sin embargo, en nuestra historia republicana no contamos con ni una sola experiencia de Constitución Política elaborada por las mayorías”.
Las siete cartas fundamentales de nuestro país (1812,1814, 1818 y 1828) y las más significativas: Constitución de 1833 y 1925, son documentos desarrollados por pequeñas minorías que ostentan el poder y a espaldas de la ciudadanía, ya sea por el proceso histórico de sufragio en el que no se contemplaban mujeres ni los más pobres o por traición a la soberanía popular que hiciera Alessandri Palma, presidente de Chile en los periodos de 1920-1925 y 1932-1938 .
Y la de 1980, creada en dictadura militar, sin garantías ni debate ciudadano, con miles de muertos, presos políticos, torturados, exiliados, supresión de partidos políticos, etcétera. Todas estas constituciones que han -siguiendo a Salazar- “expandido e instalado una cultura de ciudadano-espectador, donde el poder constituyente es algo que nunca hemos usado, porque nunca hemos tenido”.
En este escenario, el público presente en la sala preguntó: ¿cómo re-construirnos como verdaderos ciudadanos? ¿Cómo lograr que el poder popular sea capaz de autogobernar este país? ¿Cómo construir Estado, si no es parte de nuestra cultura histórica?
“Lo esencial es que el pueblo haga por sí mismo lo que necesita, que no pida, sino que lo autogestione, acción directa, como le llamó Clotario Blest. Hoy contamos con numerosos micro poderes, centros culturales, colectivos, agrupaciones, movimientos territoriales, comunitarios y temáticos. El paso a dar es proyectar ese poder acotado, local, en una dimensión general, nacional, latinoamericana, mundial. Hoy no podemos pensar la unidad como una homogenización, sino que desde la diversidad plantear la autonomía necesaria para existir y desarrollarse, basados en el conocimiento, la organización y la solidaridad entre estas organizaciones. Un proceso de autoeducación donde más que copiar experiencias hay que crear, como señalaba Luis Emilio Recabarren, desarrollar la inteligencia del pueblo para construir Estado y gobernar”.
Enlaces relacionados:
http://www.luisemiliorecabarren.cl/
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